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viernes, 23 de octubre de 2009

Los Artistas son las Criaturas más Maravillosas

Hace poco comencé a ver clases en una escuela de arte, Diseño gráfico para ser específicos, y como primer proyecto del año, la profesora de taller nos mandó a hacer un autorretrato.
Simple, ¿no?

Pues bien, para comenzar, no era el típico auto retrato hecho a lápiz tras horas de estar sentada frente al espejo, sino que teníamos que sintetizar nuestros rasgos de personalidad más prominentes y con eso crear... algo.

Aún así, qué tan difícil puede ser? quién me conoce mejor que yo misma?

Bueno, más o menos eso pensaba cuando comenzó todo.
Lo cierto es que la parte de escoger que rasgos te representan más, no fue tan difícil, no es como si no lo hubiese pensado ya antes, pero fue el tener que representarlo mediante algo que podría ser prácticamente cualquier cosa, bueno, eso presentó un reto más difícil.
Al final me decidí por algo, y lo hice lo mejor que pude, porque a pesar de que las cosas se vean de una manera en nuestra imaginación, rara vez acaban siendo un reflejo de la realidad.
El día que tenía que presentar mi proyecto y hablar sobre el, estaba bastante nerviosa. En mi cabeza todo tenía sentido y significado, pero tendría que compartirlo qué pensarían los demás? ¿Me creerían infantil? ¿Me etiquetarían ten pronto?

Decidí esperar a presentar de última, y me alegro de ello.

No porque así tendría que apurar las cosas, sino porque pude ver las presentaciones de los demás primero, y esa fue una oportunidad... única, nueva, refrescante.

Un proyecto tras otro, compañeros de todas las edades presentaron sus proyectos, poniendo sus corazones y entrañas sobre la mesa, a simple vista, sin tapujos ni fachadas.

Fue la honestidad lo que me cautivó.

Nadie decidió presentar una versión bonita e ideal de sí mismos, unos no tardaban en admitir que ciertos aspectos de si mismos que consideraban fortalezas muy bien podrían ser debilidades, otros muy claramente expresaban que no tenían ni la mas remota idea de quien eran realmente y otros admitieron que probablemente no tenían ni idea de lo que hacían, ni sabían porque lo habían hecho, pero lo hicieron.

En dos horas de clases, en 120 minutos, aprendí más sobre estas personas de lo que había aprendido sobre mis antiguos compañeros de instituto en todos los años que pasé con ellos.

Para haber ocurrido la segunda semana de clases, es un muy buen pronóstico.

Uno de mis compañeros, amigo, dijo el segundo día de clases cuando nos preguntaron si alguno se quería cambiar de grupo "¿Para que? Si ya estamos a gusto juntos, somos familia". De verdad lo siento así, lo veo así en las temporadas que han de venir.

Ese día, me fui tarde de clase, hablaba con la profesora mientras esperaba a una amiga que recogía los restos de su proyecto, una performance que me dedicó, como si fuese poco, cuando un pensamiento irrumpió alto y claro en mi mente: "Los artistas son las criaturas más maravillosas".

Y realmente lo creo.

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